I. Introducción
La expresión Norte Global suele evocar una imagen de unidad: los estados ricos e industrializados de Europa, Norteamérica y sus aliados en Asia-Pacífico, con una influencia desproporcionada sobre las finanzas, la tecnología y la seguridad mundiales. Sin embargo, este atajo es peligrosamente engañoso. El Norte Global no es monolítico; en su interior colisionan dos corrientes poderosas.
De un lado se alza lo que puede llamarse el Eurocidio — una corriente de política dominante entre muchos gobiernos, coaliciones de poder y élites corporativo-de seguridad. No es “Eurocidio” porque mate a Europa literalmente, sino porque erosiona su conciencia: privilegia la impunidad sobre la rendición de cuentas, la dominación sobre la dignidad y la alineación con el poder sobre la fidelidad a la ley universal.
Del otro lado emerge el Norte de la Justicia — una corriente cívico-ética arraigada en los pueblos, la juventud, las minorías, los sindicatos y las comunidades de fe, y encarnada también por dirigentes, juristas e instituciones valientes que sostienen el derecho internacional, la igualdad y la dignidad humana. Fuerzas gemelas —una incrustada en la política y otra nacida de la conciencia— que definen la línea de fractura de nuestra época.
II. Definición de las dos corrientes
1) Eurocidio (corriente política).
Recorre gabinetes, parlamentos, burocracias de seguridad, conglomerados mediáticos y consejos de administración multinacionales. Sus rasgos son reconocibles:
- sesgo de impunidad (blindar a los aliados frente a la justicia en tribunales y consejos);
- primacía de la seguridad (elevar la “estabilidad” y la “disuasión” por encima de la protección de civiles);
- alineación con el mercado (anteponer comercio, armas y alianzas estratégicas a las cláusulas de derechos humanos);
- gestión del relato (estrechar el debate, patologizar la disidencia y tratar la crítica como deslealtad).
El Eurocidio no es una organización formal, sino una constelación de intereses e ideologías que convergen en una misma línea: priorizar la seguridad del Estado y el alineamiento geopolítico sobre los derechos y la dignidad, en especial de los “otros” — palestinos, migrantes, minorías. Es una corriente que prospera con la erosión de los estándares éticos, donde el fin justifica los medios y la “realidad” sirve para justificar la complicidad en violaciones graves.
2) Norte de la Justicia (corriente ética).
Vive en la conciencia de las sociedades y en instituciones con principios. Fluye por los movimientos cívicos, el activismo juvenil y el liderazgo valiente, y también se expresa en tribunales, sindicatos y comunidades de fe. Sus anclajes son:
- dignidad igual — ninguna vida vale menos por nacionalidad, etnia o religión;
- derecho internacional — el pacto mínimo de nuestra humanidad compartida, no un invento de diplomáticos sino la memoria destilada de milenios de prueba y error. Antes de las cartas y tratados, los pueblos extrajeron orden del caos: en los códigos de Hammurabi, en las enseñanzas de Buda, en los llamados proféticos a la justicia y en incontables costumbres no registradas que buscaron frenar la crueldad y honrar la vida. Este pacto se ha forjado una y otra vez en el crisol del sufrimiento, y en nuestra era se refinó tras las cenizas de guerras mundiales y violencias coloniales. No es la plenitud de la justicia, sino su umbral: nos recuerda que, sin contención, la dignidad perece.
- justicia socioeconómica — vivienda, igualdad de oportunidades y desmantelamiento de la discriminación estructural;
- solidaridad universal — que se extiende más allá de Palestina hacia la justicia climática, el antirracismo y la defensa de las minorías.
En esta corriente, el lenguaje de la justicia no es retórica sino compromiso: el derecho de uno es el derecho de todos, el sufrimiento de uno es el sufrimiento de todos. Insiste en que no puede construirse seguridad verdadera sobre la espalda de los oprimidos y que la paz duradera reposa sólo sobre la justicia y la reconciliación.
Esta reflexión no sustituye la imputación jurídica por retórica; examina los silencios de Europa y la aplicación selectiva de la ley como cuestión de conciencia y responsabilidad cívica.
III. Medición de la asimetría
Para hablar de asimetría hace falta más que retórica. Rangos indicativos ayudan a trazar el desequilibrio:
- Eurocidio (corriente de política): su huella de influencia equivale a ≈10–20% de la población — ministros, altos burócratas y propietarios del poder corporativo, de seguridad y mediático, junto a sus círculos próximos. Esta minoría fija la línea dominante: alineamiento militar, blindaje diplomático y mensaje disciplinado.
- Norte de la Justicia (huella social e institucional): suele situarse en el 60–80% en encuestas sobre alto el fuego, derechos humanos y protección igual (con variaciones). Desde finales de 2023, ha movilizado a millones en Londres, París, Madrid, Berlín y Nueva York — la mayor ola de solidaridad desde la guerra de Irak.
El resultado es una brecha estructural: una minoría gobernante dicta la política mientras una mayoría de conciencia sostiene la exigencia de justicia.
IV. Casos: Política vs. Conciencia
Palestina como prueba de claridad. Mientras el Eurocidio blinda a Israel y mantiene cooperación armamentística, el Norte de la Justicia llena calles, campus y tribunales con llamados a la rendición de cuentas, al alto el fuego y al reconocimiento de derechos palestinos. Los mismos gobiernos que invocan un “orden basado en reglas” reescriben sus límites cuando los acusados son aliados.
Vivienda y desigualdad. La gobernanza pro-mercado tolera la especulación y la inflación del alquiler; la corriente cívica se organiza por control de rentas, vivienda social e igualdad de acceso — afirmando que la seguridad empieza en el hogar, no en índices de mercado ni en presupuestos militares.
Justicia climática. Industrias establecidas presionan para demorar regulación; la juventud exige transición y protección de los más vulnerables. También aquí el Norte de la Justicia corre por delante de la maquinaria política que protege a los incumbentes.
El patrón se repite: corriente de impunidad versus corriente de conciencia. No son mundos sellados; chocan, se solapan y, a veces, fuerzan realineamientos. En ese movimiento reside la posibilidad del cambio.
V. Movimiento entre corrientes
El límite entre Eurocidio y el Norte de la Justicia no es absoluto. Instituciones y cargos pueden cruzarlo mediante actos concretos: suspender exportaciones de armas/espionaje a violadores, apoyar tribunales internacionales sin doble rasero, proteger el derecho a protestar en vez de criminalizarlo, hacer cumplir cláusulas de derechos en acuerdos comerciales y reportar con transparencia el daño civil con vías de rendición de cuentas.
Los movimientos cívicos crecen cuando conectan causas: Palestina con vivienda, clima, derechos laborales y libertades digitales. Cuanto más tejido, más fuerte la corriente de justicia.
VI. Conclusión
El Norte Global no es bloque sino campo fracturado. Eurocidio encarna los hábitos del poder: seguridad primero, ley después. El Norte de la Justicia encarna la conciencia viva de las sociedades y el coraje de los funcionarios con principios. El terreno decisivo es tender el puente: ajustar la política a la conciencia.
La historia no recuerda a quien preservó la impunidad;
recuerda a quien defendió la dignidad.