Desde el inicio de la guerra israelí contra Gaza, Europa ha reaccionado con una voz temblorosa. Mientras decenas de miles de civiles eran asesinados, barrios enteros arrasados, hospitales reducidos a escombros, las declaraciones oficiales de Bruselas evitaban palabras duras: “tragedia humanitaria”, “necesidad de una tregua”, “llamado a la moderación”.
Palabras como masacre, genocidio, crímenes contra la humanidad brillan por su ausencia. Este silencio no es un descuido; es el reflejo de una política profundamente selectiva.
En el año 2000, la Unión Europea firmó con Israel un “Acuerdo de Asociación” cuyo artículo 2 establece que las relaciones entre ambas partes deben basarse en el respeto de los derechos humanos y los principios democráticos. Sin embargo, a pesar de la abrumadora documentación sobre violaciones sistemáticas en Gaza, nunca se ha activado ninguna medida contra Israel.
Otros países, como Rusia, Siria, Bielorrusia, Túnez e incluso Palestina han visto cómo se suspendían acuerdos, se congelaban fondos o se imponían sanciones por mucho menos.
Para más detalles ver 🔗 este artículo complementario
La doble vara se extiende también al ámbito judicial. La Corte Penal Internacional abrió en 2021 una investigación sobre posibles crímenes de guerra en Palestina. ¿Apoyo europeo? Ninguno. Algunos Estados miembros, como Alemania o Austria, se opusieron abiertamente. Otros prefirieron mirar hacia otro lado.
Paradójicamente, Europa fue rápida y firme en respaldar a la CPI cuando esta emitió órdenes de arresto contra líderes rusos por la guerra en Ucrania. Financiaron investigaciones, presionaron diplomáticamente, y hablaron el lenguaje de la justicia. Pero cuando el acusado es Israel, Bruselas opta por el mutismo legal.
Para más detalles ver 🔗 este artículo complementario(en inglés)
El vocabulario también denuncia esta asimetría moral: un rehén israelí con signos de desnutrición fue descrito como víctima de un “crimen bárbaro e inhumano”. Las imágenes de niños palestinos hambrientos o enterrados bajo los escombros, en cambio, reciben expresiones tibias como “situación humanitaria preocupante”.
Europa no tiene que enemistarse con Israel. Pero sí tiene la obligación de respetar sus propios principios. Si el artículo 2 no se aplica, si la justicia penal es opcional, si el lenguaje depende de la bandera...
¿Qué queda, entonces, del proyecto europeo como defensor de los derechos y del derecho?
📌 Para leer el análisis completo : 🔗 (en inglés)